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Filosofía docente

La Educación es por naturaleza dinámica y posee una visión consustancial de proyección hacia el futuro.

Así, en esta realidad cambiante en que nos desenvolvemos los educadores del S. XXI podremos entender la urgente necesidad de seguir trabajando sobre cómo implementar nuevas fórmulas educativas que den mejores resultados.

Dada la energía que estamos invirtiendo en todos los cambios metodológicos y el impacto que generan en el centro debemos pararnos a pensar sobre determinados aspectos, como son:
  1. ¿Hay verdadero aprendizaje?¿Cómo sabemos que lo que estamos haciendo funciona?
  2. ¿Se puede conjugar nuevos métodos pedagógicos con excelencia académica? 
  3. ¿Existe adecuación de las metodologías a los niveles, cursos, NNEE y asignaturas o áreas de conocimiento? 
  4. ¿Vale toda la innovación? ¿Es bueno todo lo que sea innovar?
Seguimos creyendo que uno de los planteamientos clave de toda acción educativa es la evaluación y como diría McLuhan: “avanzamos mirando un espejo retrovisor”, por lo que no debemos parar de interrogarnos sobre nuestra práctica educativa: ¿sirven para algo tantos recursos gastados?; ¿son eficientes las actividades propuestas?; ¿llegan y en qué medida los mensajes para que haya un cambio de actitudes y aprendizaje?.

Además, que puede ser interesante un estudio más profundo de las ideas previas de los alumnos con respecto a los aspectos ambientales y plantear investigaciones en las que se comparen éstas con las de otros países o por niveles educativos.

Hay datos y síntomas que invitan a interpretar la actual crisis de la sociedad como una crisis de crecimiento y euforia tecnológica, como un sarampión pasajero que dejará algunas secuelas de indudable valor pedagógico. El problema no es la brecha tecnológica, sino dotar de conocimiento y de habilidades necesarias para manejar selectivamente los artefactos que le proporcionen una calidad de vida sostenible. Admitiendo que, tan importante como disponer de lo último en tecnologías, es tener algo que decir, tener alguien a quien contárselo y saber cómo hacerlo.

Con esas premisas, siempre tendremos un largo camino por recorrer y un amplio campo por trabajar.



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